Recuerda quién eres.

Imagen: Pixabay

A veces, cuando nos preguntan “¿A qué te dedicas?”, la respuesta sale casi automática y he observado que en estas conversaciones, las respuestas suelen ir a dos extremos:

  • La que suena lo suficientemente compleja e importante como para impresionar.
  • O la que “menosprecia” la propia actividad, como si hubiera que justificarse o restarle valor.

No es casualidad: desde pequeños nos han enseñado a definirnos por lo que hacemos, no por lo que somos.

Sin embargo, en el fondo, ambas respuestas comparten algo: la necesidad de validar nuestra existencia a través de un título, un cargo, un proyecto o un rol.
Como si la vida fuera una competencia silenciosa donde cada uno trata de “ganar puntos” en el ranking de quién es más útil, más exitoso o más interesante.

Pero para mí, la vida no es eso.

Tu profesión, tu negocio, tu puesto en la empresa, tu papel en la familia o en tu comunidad… son  manifestaciones externas de algo mucho más profundo.
Son “trajes” que te pones para transitar ciertas experiencias, pero ninguno de ellos es tu piel real.

Porque yo creo que tú no eres tu trabajo.
Tú no eres tu rol social.
Tú no eres el papel que desempeñas para otros.

¡Eres mucho más que esos títulos!
Eres la conciencia que habita cada experiencia.
Eres el alma que decide las pautas, incluso antes de que llegues a la oficina, a una reunión, a dar una clase o a sentarte en la mesa familiar.

Cuando olvidas esto, empiezas a medir tu valor en función de métricas externas:

  • Cuánto ganas.
  • Qué tan importante es tu cargo.
  • Qué tan ocupada o productiva es tu agenda
  • Cuánto reconocen los demás lo que haces.

Y ahí empieza el desgaste. Porque si tu valor depende de “algo” que está fuera de ti, siempre estará en riesgo o parecerá “poco”.

En cambio, cuando recuerdas que tu esencia no está atada a ninguna etiqueta, algo cambia.
Tu trabajo deja de ser una jaula o un trofeo y se convierte en una herramienta para expresar quién eres.
Tu rol familiar deja de ser una obligación o una medalla y se transforma en un canal para dar y recibir amor y para compartir tu experiencia de la vida con los que te rodean. 

Tu presencia deja de ser un “puesto” y pasa a ser una energía que transforma los lugares donde estás y a las personas con las que colaboras.

Ser consciente de esto es un acto de libertad.
Es volver a poner el alma – tu alma- en el centro y dejar que lo demás orbite a su alrededor.La próxima vez que te pregunten “¿A qué te dedicas?” Anímate a responder desde tu alma.
No para explicar tu cargo o tu actividad, sino para honrar la verdad de quién eres, de tu propósito en esta vida y de lo que te mueve y te hace feliz.
Porque el día que dejas de definirte a partir de lo que haces, empiezas a vivir realmente desde quién eres.

Lía Vicencio M. -PH1N1X- Escritora y creadora de sistemas y modelos | Autora de ESLOWSBAN® | Fundadora de Becoming Agile


Remember Who You Are

Imagen: Pixabay

Sometimes, when people ask us, “What do you do?”, the answer comes out almost automatically. And I’ve noticed that, in these conversations, the answers often go to two extremes:

  • The one that sounds complex and important enough to impress.
  • Or the one that “downplays” the activity, as if trying to justify it or diminish its value.

It’s no coincidence: since childhood, we’ve been taught to define ourselves by what we do, not by who we are.

Yet deep down, both answers share something in common: the need to validate our existence through a title, a position, a project, or a role.
As if life were a silent competition where everyone is trying to “score points” in the ranking of who is more useful, more successful, or more interesting.

But to me, life isn’t that.

Your profession, your business, your job title, your role in the family or in your community… are external manifestations of something much deeper.
They are “costumes” you wear to go through certain experiences, but none of them is your real skin.

Because I believe you are not your job.
You are not your social role.
You are not the part you play for others.

You are so much more than those titles.
You are the awareness that inhabits every experience.
You are the soul that sets the tone—even before you walk into the office, step into a meeting, teach a class, or sit at the family table.

When you forget this, you start measuring your worth by external metrics:

  • How much you earn.
  • How important your position is.
  • How busy or productive your schedule is.
  • How much recognition you receive from others.

And that’s where the drain begins. Because if your worth depends on something outside of you, it will always be at risk—or feel “not enough.”

On the other hand, when you remember that your essence is not tied to any label, something changes.
Your work stops being a cage or a trophy and becomes a tool to express who you are.
Your family role stops being an obligation or a medal and becomes a channel to give and receive love, and to share your life experience with those around you.
Your presence stops being a “position” and becomes an energy that transforms the places you are in and the people you collaborate with.

Becoming aware of this is an act of freedom.
It’s putting the soul—your soul—back at the center, and letting everything else orbit around it.

The next time someone asks you, “What do you do?”, dare to answer from your soul.
Not to explain your title or your activity, but to honor the truth of who you are, your purpose in this life, and what moves you and makes you happy.

Because the day you stop defining yourself by what you do, you begin to truly live from who you are.

Lía Vicencio M. –PH1N1X– Writer and Creator of Systems and Models | Author of ESLOWSBAN® | Founder of Becoming Agile

Qué es un retrospective y por qué vale la pena hacerlo

Imagen: Realizada por Cipher, asistente creativo de Becoming Agile

Hoy quiero platicarte de una práctica muy útil no solo a nivel profesional, sino también personal: los retrospectives o retrospectivas.

Un retrospective es una revisión consciente de un proyecto específico, de los proyectos de todo un periodo o de una situación puntual. Sirve para conocer la opinión de todos los involucrados acerca de cómo se llevó a cabo, detectar áreas de oportunidad —lo que se puede mejorar— y reconocer best practices para replicarlos.

📌 Un ejemplo simple

Supongamos que el proyecto fue impartir un curso de capacitación el fin de semana pasado.
¿Quiénes estuvieron involucrados?
Quizá tú lo diseñaste e impartiste, tu asistente hizo las láminas y tuviste a una ejecutiva de cuenta como enlace con el cliente. ¡Y claro! También está el cliente o alguien de su equipo.

Ahora que el curso se terminó y todos recibieron sus constancias, es momento de revisar, de principio a fin, lo que cada quien observó:

  • Best practices: lo que funcionó bien y quieres repetir.
  • ⚡️ Áreas de oportunidad: lo que se puede hacer mejor la próxima vez.

Es importante tomar nota y registrar todo, porque esta información se vuelve guía para futuros proyectos.

🗣️ ¿Cómo se hace?

  1. Empieza por lo bueno
    Cada quien menciona lo que funcionó bien. Escucha a todos: cada persona vivió el proyecto de forma distinta y eso te da visibilidad total.
  2. Después, áreas de oportunidad
    Evita llamarlas “errores”. Esa palabra genera resistencia y corta el flujo de ideas. Mejor, pregúntate: ¿Qué podemos mejorar o hacer diferente?
  3. Sin juicios de valor
    La idea no es señalar culpables, sino reunir información para hacerlo mejor la próxima vez.

Un retrospective así debería tomar entre 30 y 40 minutos. Si hay muchos equipos, una hora como máximo.


🧘‍♀️ Retrospectives personales: tu propio espejo

También puedes aplicarlo a nivel personal.
Separa 30 minutos en tu agenda para revisar un proyecto, tarea o evento: desde un trabajo de la maestría hasta una promoción de tu negocio.

👉 Primero, los best practices: ¿Qué hiciste bien y quieres repetir?
👉 Luego, las áreas de oportunidad: ¿Qué mejorarías para la próxima vez?

Anota o graba lo que salga. El formato es lo de menos. Lo importante es tener registro y consciencia.


🎯 ¿Por qué es útil hacer retrospectives?

Porque te dan:

  • Claridad
  • Perspectiva (cada área o persona vive el proyecto de forma distinta)
  • Comunicación segura dentro del equipo

Mucha gente solo “evalúa” al final del año. Yo creo que es más útil revisar cada proyecto al cerrarlo y, si puedes, leer esas notas cada trimestre para tener una visión completa.


🔑 Tips para un retrospective exitoso

✨ Reserva tiempo y espacio específico.
✨ Define si quieres que sea conjunto o anónimo.

  • Lo anónimo puede servir para evitar incomodidades, pero suele perder detalles valiosos.
  • Yo prefiero que sea con todo el equipo, conversando juntos.

✨ Si es conjunto, designa a alguien para coordinar y marcar el ritmo.
✨ Deja claro qué proyectos se revisan.
✨ Asegúrate de que todos participen: cada perspectiva suma.
✨ Documenta los resultados y compártelos con los líderes de equipo para que puedan replicar lo que funciona y atender lo que requiere ajuste.


📅 ¿Cada cuánto hacerlo?

Depende de tu organización, pero mi recomendación es:

  • Cada vez que termines un proyecto (una entrega, un curso, una campaña).
  • O mínimo una vez al mes para revisar avances hacia tus objetivos.

La clave es que tengas retroalimentación constante: saber qué haces bien y qué se puede mejorar.


¿Te animas a probarlo?
La mejora continua no es un lujo, es la forma más ágil y amorosa de crecer.
💫

Que cada proyecto sea un portal de conciencia.

Que cada retroalimentación sea semilla de expansión

El cambio real siempre empieza en el interior.

Lía Vicencio M. -PH1N1X- Escritora y creadora de sistemas y modelos | Autora de ESLOWSBAN® | Fundadora de Becoming Agile