No todo depende de que tú puedas más.

Imagen: Pixabay

Hay momentos en los que creemos que,
si las cosas no mejoran,
es porque nos falta aguantar o «hacer» un poco más.

Ser más fuertes.
Más positiv@s.
Más alinead@s.
Más resilientes.

Pero hay una verdad incómoda y liberadora:

No todo depende de que tú puedas más.

A veces ya estás haciendo muchísimo:

Sosteniéndote sin romperte

Manteniendo la calma en medio del temporal

Cuidando tu energía para poder seguir creando

Eligiendo no colapsar

Hablando con honestidad para construir equipo

Avanzando, aunque el entorno esté denso

Eso ya es trabajo.
Eso ya es liderazgo.
Eso ya es agilidad con alma.

La agilidad no es exprimirte.
Es adaptarte sin perderte.

No siempre se trata de hacer más.
A veces se trata de dejar de cargar lo que no te corresponde
para poder seguir avanzando con claridad.

Porque sostenerte
también cuenta.

Y mucho.

PH1N1X


Image: Pixabay

Not everything depends on you being able to do more

There are moments when we believe that
if things aren’t improving,
it’s because we’re not pushing ourselves enough.

Being stronger.
More positive.
More aligned.
More resilient.

But there is an uncomfortable — and liberating — truth:

Not everything depends on you being able to do more.

Sometimes, you are already doing so much:

Holding yourself together without breaking

Staying calm in the middle of the storm

Protecting your energy so you can keep creating

Choosing not to collapse

Speaking honestly to build real teamwork

Moving forward, even when the environment feels heavy

That is work.
That is leadership.
That is agility with soul.

Agility is not about squeezing yourself dry.
It’s about adapting without losing yourself.

It’s not always about doing more.
Sometimes it’s about stopping carrying
what was never yours to hold
so you can keep moving forward with clarity.

Because sustaining yourself
also counts.

And a lot.

PH1N1X

Carta abierta a los recién egresad@s 2025

Imagen: Pixabay

Esta semana pensé en mis años como docente y sonreí: es temporada de graduaciones.
Cientos de estudiantes, de diferentes edades, carreras y ritmos universitarios, están concluyendo una etapa que marca para siempre. Y sí, inevitablemente recordé a mis exalumnos… y también a quienes están cruzando esta puerta hoy.

Por eso, esta carta es para ti, recién egresad@ de 2025.

La mejor respuesta que puedes recibir al empezar tu camino es un “NO”.

Sé que históricamente esta palabra se asocia con rechazo, puertas cerradas o lugares donde “no te valoraron”.
Pero cuando miras tu vida en retrospectiva, descubres otra verdad:
un NO es un regalo envuelto de forma inesperada.

En absoluto es una pared.
Tampoco es un fracaso.
Y mucho menos es un juicio sobre tu valor.

Es una señal de desviación.
Como esas flechas en las calles donde hay obras: no te detienen, solo te indican que sigas por otro camino para llegar a donde vas.

Y aquí está lo esencial:

Cuando inicias un camino profesional, lo más importante es tener claro tu destino.
La ruta, claro que importa… pero importa porque el camino también es parte del destino.
Es ahí donde aprenderás, crecerás, cambiarás y —sobre todo— te encontrarás contigo mism@.

Así que cuando llegue un “NO”, presta atención.
A veces redirige a una ruta más larga.
A veces abre una inesperadamente corta.
Pero siempre, siempre multiplica oportunidades que no habrías visto de otra forma.

Como recién egresad@, tu reto es aprender a distinguir:

el NO profesional

del NO personal

Y recordar quién eres mientras avanzas con seguridad.

En mi experiencia, cada NO me ha llevado a algo infinitamente mejor: clientes más alineados, proyectos más significativos, escenarios más grandes y/o a las personas correctas para mi camino. He aprendido a agradecer esos NO porque me confirman que existe una dirección más adecuada esperándome.

Ahora te toca a ti.

Estás por entrar a un 2026 lleno de sueños, ambición y energía.
Tal vez el lugar donde querías trabajar te diga que no…
O tal vez una agencia, un país o una persona lo hagan.

Pero recuerda:

Un NO a un sueño es solo la apertura a una versión más grande de ese mismo sueño.

Nada es permanente.
Todo es temporal.
Somos energía en movimiento —y eso no se detiene.

Ustedes no son “el futuro”.
Ustedes son el presente que está moldeando el mundo ahora.

Les deseo un camino lleno de claridad, enfoque y valentía.
Que disfruten cada paso hacia el destino que eligieron… y que lo hagan conscientes del impacto que están generando.

PH1N1X
Becoming Agile


Open Letter to the Class of 2025

Image: Pixabay

This week I thought about my years as a teacher, and I couldn’t help but smile: it’s graduation season.
Hundreds of students —across ages, degrees, and university rhythms— are closing a chapter that will mark them forever. And yes, I inevitably remembered my former students… and also those of you crossing this doorway today.

So this letter is for you, graduate of 2025.

The best answer you can receive as you begin your path is a “NO.”

Historically, this word has been associated with rejection, closed doors, or places where “you weren’t valued.”
But when you look back at your life, you discover another truth:
a NO is a gift wrapped in an unexpected way.

It is not a wall.
It is not a failure.
And it is certainly not a verdict on your worth.

It is a signal for redirection.
Like the signs on streets under construction —they don’t stop you; they simply guide you toward a different road that still leads you where you’re meant to go.

And here is what truly matters:

When you begin your professional journey, the most important thing is to be clear about your destination.
The route, of course, matters… but it matters because the journey itself is part of the destination.
It’s where you’ll learn, grow, evolve, and —above all— meet yourself.

So when a “NO” appears, pay attention.
Sometimes it redirects you to a longer path.
Sometimes it opens an unexpectedly short one.
But always, always, it multiplies possibilities you wouldn’t have noticed otherwise.

As a new graduate, your challenge is to learn to distinguish:

  • the professional NO
  • from the personal NO

And to remember who you are as you move forward with confidence.

In my experience, every NO has led me to something infinitely better: more aligned clients, more meaningful projects, bigger stages, and the right people for my path.
I’ve learned to be grateful for those NOs because they confirm that a more fitting direction is waiting for me.

Now it’s your turn.

You’re stepping into a 2026 filled with dreams, ambition, and energy.
Maybe the place you wanted to work will say no…
Or maybe an agency, a country, or a person will do it instead.

But remember:

A NO to a dream is simply the opening toward a larger version of that same dream.

Nothing is permanent.
Everything is temporary.
We are energy in motion —and that cannot be stopped.

You are not “the future.”
You are the present that is shaping the world right now.

I wish you a journey filled with clarity, focus, and courage.
May you enjoy every step toward the destination you’ve chosen —and may you remain aware of the impact your steps are creating.

PH1N1X
Becoming Agile

Confianza y Autogestión: dos caras de una misma moneda

Un enfoque claro y humano sobre cómo la confianza y la autogestión transforman equipos, líderes y resultados. Una lectura breve para un cambio profundo.

Una reflexión rumbo al cierre de año para equipos, líderes y organizaciones que desean operar mejor… desde hoy.

Imagen: Cipher Horus Publ1sh1ng

Mientras se acerca el final del año, muchos equipos entran en esa energía colectiva de “evaluar lo que fue” y “planear lo que viene”. En la práctica, suele traducirse en listas de propósitos, compromisos formales, roadmaps ambiciosos y nuevas promesas de productividad.

Pero hay una verdad simple —y a veces incómoda— que la gestión moderna sigue evitando:
nada cambia por calendario; todo cambia por operación humana.

Y en esa operación, hay dos fuerzas que determinan el rumbo de cualquier equipo: la confianza y la autogestión. No como conceptos aspiracionales, sino como mecanismos que se activan —o se bloquean— en el día a día.

Confianza: el espacio donde todo inicia

La confianza no es un ambiente “bonito”.
Es un acuerdo interno:

  • me atrevo a decir lo que veo,
  • puedo pedir lo que necesito,
  • y sé que lo que aporto tiene lugar.

Sin confianza, los equipos operan en modo defensivo.
Con confianza, operan en modo creativo.

Autogestión: la práctica que sostiene el avance

Autogestión no es “ser independientes”.
Es saber regularse, priorizar, comunicar límites, tomar decisiones informadas y mantener el foco en lo importante sin esperar instrucciones constantes.

Es la capacidad de moverse con claridad incluso cuando el entorno es incierto, porque la brújula está adentro, no afuera.

La intersección mínima

Aunque parezcan conceptos distintos, funcionan como dos círculos que apenas se tocan.
No necesitan mezclarse ni volverse uno.
Solo requieren ese punto mínimo de contacto donde:

  • la confianza permite actuar,
  • y la autogestión convierte la acción en avance real.

Un equipo sin autogestión desperdicia la confianza.
Un equipo sin confianza no logra autogestionarse.
Por eso son dos caras de una misma moneda.

Fin de año… o inicio de operación

Si algo vale la pena replantear rumbo al cierre de año, no es la lista de proyectos.
Es la forma en que las personas están operando internamente.

Porque los equipos no mejoran por decreto.
Mejoran cuando quienes los componen cambian su forma de relacionarse con su propio trabajo.

Y eso puede empezar hoy.
Sin esperar enero.
Sin esperar un kickoff.
Sin esperar permiso.

Solo hace falta mirar ese punto de contacto entre confianza y autogestión… y decidir reforzarlo.

El resto del año —y el próximo— se acomodan solos cuando la operación humana está viva, consciente y en su propio eje.

“Confianza y Autogestión. Dos caras de una misma moneda” ya está disponible en Amazon y Amazon México.

Respira. Confía. Elígete.

Imagen: Pixabay

Uno de los momentos más difíciles que hay es elegirte a ti mism@. Porque nadie te enseña realmente cómo hacerlo.
Tus papás, abuelos, amigos, profesores o algunos jefes, te lo dicen “Valórate a ti mismo” pero en el día a día, ese consejo se va desgastando y está bien, es parte del crecimiento y el aprendizaje.

Y elegirte es más que una frase, es temblar de miedo porque no estás segur@ de lo que sigue y sin embargo, es decir “No, gracias” o elegir otro camino.

Con base en mi experiencia, hay dos razones por las que a veces pasamos por encima de nosotr@s mism@s: Por amor y por dinero.
¿Suena cruel?
Qué bueno, ¡porque ES cruel que nos hagamos eso a nosotr@s mism@s!

Por amor permitimos muchas pequeñas y medianas cosas y lo justificamos todo…

Y a nivel profesional no creas que hay mucha diferencia.
Aceptamos “cargos” que suenan estupendos con un salario muy bueno y que tienen muchas trampas ocultas como no haber horarios de oficina delimitados y una absurda obligación de estar disponible 24×7.
Aceptamos salarios que no corresponden con el valor de lo que hacemos.
Y aceptamos “lo que sea” porque “paga las cuentas”.

Sí, es verdad, las cuentas llegan cada mes y el alquiler, la comida, la luz y las tarjetas… todo requiere liquidez.
Pero no a costa de tu alma.
NUNCA a costa de tu alma.

Así que si sientes que te hierve la sangre por hacer cosas que no quieres o no te corresponden, no es orgullo mal entendido ni soberbia.
Es tu alma gritando.
Escúchala.

Yo sé, quizá en este momento no sabes qué sigue o cómo se va a resolver ese caos que hay en tu interior y a tu alrededor.
No te preocupes, solo respira. Respira hasta tranquilizarte.
Se resuelve.
Deja que la claridad llegue.
Y mírate a ti mism@ como lo que eres: Un ser sumamente valios@ que tiene mucho qué darle al mundo.
No dejes que nada ni nadie te convenza de lo contrario.
Confía en ti.
Confía en lo que sabes.
Confía en lo que haces.
Y confía en lo que creas, llámese Dios, Universo o un ser supremo.
Confía.

No estás sol@
Aunque a ratos lo parezca y llores de angustia…
No lo estás.

Así que elígete a ti mism@ con la frente en alto y sigue haciendo lo que te gusta, en lo que crees.
Porque eso que hoy llamas sueño, objetivo, deseo o ideal, es tu alma mostrándote el camino.
Y ella sabe.

Y si lo sabes, pero aún no sabes por dónde empezar… da el primer paso: escúchate, ordénate, respira.
Yo también he estado ahí. Y por eso estoy aquí, construyendo un ecosistema para que más personas aprendan a avanzar sin romperse.
Con agilidad, con alma, con sentido.

Lía Vicencio M. -PH1N1X- Escritora y creadora de sistemas y modelos | Autora de ESLOWSBAN® | Fundadora de Becoming Agile


Breathe. Trust. Choose yourself.

Image: Pixabay

One of the hardest things in life is choosing yourself.
Because no one really teaches you how to do it.
Your parents, grandparents, friends, teachers—or even some bosses—may say, “Value yourself,” but in everyday life, that advice fades. And that’s okay. It’s part of growth and learning.

But choosing yourself is more than a phrase.
It means trembling with fear because you don’t know what comes next—
and still saying, “No, thank you” or choosing a different path.

From my experience, there are two main reasons we override ourselves:
Love and money.
Does that sound harsh?
Good.
Because it IS harsh to do that to ourselves.

For love, we allow many small and medium-sized things and we justify them…

And in the professional world, it’s not so different.

We accept job titles that sound impressive and pay well,
but come with hidden traps like no defined work hours
and an absurd expectation to be available 24/7.

We accept salaries that don’t reflect the value of what we do.
And we accept “whatever comes along” because “it pays the bills.”

Yes, bills do come every month.
Rent, groceries, electricity, credit cards… liquidity matters.
But not at the cost of your soul.
NEVER at the cost of your soul.

So if your blood boils when you’re doing things you don’t want to do—or that aren’t yours to carry—
it’s not pride or arrogance.
It’s your soul screaming.
Listen to it.

I know.
Maybe right now you don’t know what comes next
or how the chaos inside and around you will be resolved.

Don’t worry.
Just breathe.
Breathe until you calm down.
It will work out.
Clarity will come.

And look at yourself for what you truly are:
a deeply valuable being with so much to give to this world.

Don’t let anything or anyone convince you otherwise.

Trust yourself.
Trust what you know.
Trust what you do.
And trust in what you believe in—whether you call it God, the Universe, or a higher force.
Trust.

You are not alone.
Even if sometimes it feels like you are.
Even if you cry in the dark from exhaustion and fear…
You are not alone.

So choose yourself. With your head held high.
And keep doing what you love, what you believe in.

Because what you call a dream, goal, desire, or vision
is your soul showing you the way.

And she knows.

And if you know it too, but still don’t know where to begin…
Take the first step: listen to yourself, get organized, breathe.
I’ve been there too.
And that’s why I’m here now—
building an ecosystem where more people can learn how to move forward without breaking.
With agility. With soul. With purpose.

Lía Vicencio M. – PH1N1X
Writer and systems creator | Author of ESLOWSBAN® | Founder of Becoming Agile

Recuerda quién eres.

Imagen: Pixabay

A veces, cuando nos preguntan “¿A qué te dedicas?”, la respuesta sale casi automática y he observado que en estas conversaciones, las respuestas suelen ir a dos extremos:

  • La que suena lo suficientemente compleja e importante como para impresionar.
  • O la que “menosprecia” la propia actividad, como si hubiera que justificarse o restarle valor.

No es casualidad: desde pequeños nos han enseñado a definirnos por lo que hacemos, no por lo que somos.

Sin embargo, en el fondo, ambas respuestas comparten algo: la necesidad de validar nuestra existencia a través de un título, un cargo, un proyecto o un rol.
Como si la vida fuera una competencia silenciosa donde cada uno trata de “ganar puntos” en el ranking de quién es más útil, más exitoso o más interesante.

Pero para mí, la vida no es eso.

Tu profesión, tu negocio, tu puesto en la empresa, tu papel en la familia o en tu comunidad… son  manifestaciones externas de algo mucho más profundo.
Son “trajes” que te pones para transitar ciertas experiencias, pero ninguno de ellos es tu piel real.

Porque yo creo que tú no eres tu trabajo.
Tú no eres tu rol social.
Tú no eres el papel que desempeñas para otros.

¡Eres mucho más que esos títulos!
Eres la conciencia que habita cada experiencia.
Eres el alma que decide las pautas, incluso antes de que llegues a la oficina, a una reunión, a dar una clase o a sentarte en la mesa familiar.

Cuando olvidas esto, empiezas a medir tu valor en función de métricas externas:

  • Cuánto ganas.
  • Qué tan importante es tu cargo.
  • Qué tan ocupada o productiva es tu agenda
  • Cuánto reconocen los demás lo que haces.

Y ahí empieza el desgaste. Porque si tu valor depende de “algo” que está fuera de ti, siempre estará en riesgo o parecerá “poco”.

En cambio, cuando recuerdas que tu esencia no está atada a ninguna etiqueta, algo cambia.
Tu trabajo deja de ser una jaula o un trofeo y se convierte en una herramienta para expresar quién eres.
Tu rol familiar deja de ser una obligación o una medalla y se transforma en un canal para dar y recibir amor y para compartir tu experiencia de la vida con los que te rodean. 

Tu presencia deja de ser un “puesto” y pasa a ser una energía que transforma los lugares donde estás y a las personas con las que colaboras.

Ser consciente de esto es un acto de libertad.
Es volver a poner el alma – tu alma- en el centro y dejar que lo demás orbite a su alrededor.La próxima vez que te pregunten “¿A qué te dedicas?” Anímate a responder desde tu alma.
No para explicar tu cargo o tu actividad, sino para honrar la verdad de quién eres, de tu propósito en esta vida y de lo que te mueve y te hace feliz.
Porque el día que dejas de definirte a partir de lo que haces, empiezas a vivir realmente desde quién eres.

Lía Vicencio M. -PH1N1X- Escritora y creadora de sistemas y modelos | Autora de ESLOWSBAN® | Fundadora de Becoming Agile


Remember Who You Are

Imagen: Pixabay

Sometimes, when people ask us, “What do you do?”, the answer comes out almost automatically. And I’ve noticed that, in these conversations, the answers often go to two extremes:

  • The one that sounds complex and important enough to impress.
  • Or the one that “downplays” the activity, as if trying to justify it or diminish its value.

It’s no coincidence: since childhood, we’ve been taught to define ourselves by what we do, not by who we are.

Yet deep down, both answers share something in common: the need to validate our existence through a title, a position, a project, or a role.
As if life were a silent competition where everyone is trying to “score points” in the ranking of who is more useful, more successful, or more interesting.

But to me, life isn’t that.

Your profession, your business, your job title, your role in the family or in your community… are external manifestations of something much deeper.
They are “costumes” you wear to go through certain experiences, but none of them is your real skin.

Because I believe you are not your job.
You are not your social role.
You are not the part you play for others.

You are so much more than those titles.
You are the awareness that inhabits every experience.
You are the soul that sets the tone—even before you walk into the office, step into a meeting, teach a class, or sit at the family table.

When you forget this, you start measuring your worth by external metrics:

  • How much you earn.
  • How important your position is.
  • How busy or productive your schedule is.
  • How much recognition you receive from others.

And that’s where the drain begins. Because if your worth depends on something outside of you, it will always be at risk—or feel “not enough.”

On the other hand, when you remember that your essence is not tied to any label, something changes.
Your work stops being a cage or a trophy and becomes a tool to express who you are.
Your family role stops being an obligation or a medal and becomes a channel to give and receive love, and to share your life experience with those around you.
Your presence stops being a “position” and becomes an energy that transforms the places you are in and the people you collaborate with.

Becoming aware of this is an act of freedom.
It’s putting the soul—your soul—back at the center, and letting everything else orbit around it.

The next time someone asks you, “What do you do?”, dare to answer from your soul.
Not to explain your title or your activity, but to honor the truth of who you are, your purpose in this life, and what moves you and makes you happy.

Because the day you stop defining yourself by what you do, you begin to truly live from who you are.

Lía Vicencio M. –PH1N1X– Writer and Creator of Systems and Models | Author of ESLOWSBAN® | Founder of Becoming Agile